jueves, 30 de octubre de 2008

Otros militares podrían ir al banquillo de los acusados

A pocos días de haber comenzado el histórico juicio contra ex militares y ex policías de San Luis, por el crimen de Graciela Fiochetti, la desaparición de Valentín Ledesma y Santana Alcaraz y las torturas denunciadas por Víctor “El Gringo” Fernández; y con tan solo dos indagatorias ante el tribunal, las de Carlos Esteban Plá y Juan Carlos Pérez, se puede decir que el tribunal está esperando el momento oportuno, para ordenar una compulsa con otros indicados como participes de las acciones que se llevaron a cabo en aquellos días.

Hay muchos oficiales con mando en aquel 1976 en San Luis, que no están sentados entre los actuales imputados, y mucho de ellos tenían tanto o más mando que Plá y Fernández Gez.

Por ejemplo, el teniente coronel Moreno y el entonces teniente 1º Horcio Dana, han sido sindicados como quienes daban órdenes, en el caso del primero y como el que detuvo y acompañó durante mucho tiempo a Graciela Fiochetti, como lo es el caso de Dana. A éste lo implicaron tanto Plá como Pérez, como el hombre que llevó a Fiochetti desde La Toma hasta la Jefatura Central de Policía y quien se la llevó de ese lugar.

También fueron nombrados, como autores de disparos hacia Fiochetti, oficiales como Guilllermo Daract, López y otros, quienes, de haber más pruebas que los impliquen dentro de este juicio oral, seguramente formarán parte de esa compulsa.

Hasta ahora se puede asegurar que todos estos oficiales nombrados en las indagatorias escuchadas hasta el momento, van a ser citados por el tribunal, aunque se está pensando en carácter de qué, puesto que si los llaman a testimoniar lo tendrían que hacer bajo juramento, pero a su vez, nadie está obligado a declarar en su contra, puesto que seguramente, por estas horas, los miembros del Tribunal Oral Federal de San Luis, que llevan adelante el juicio, estarán pensando en qué carácter los llaman a declarar, para después, seguramente, ordenar la compulsa, para que los investigue el juez federal competente.

También se supo, que la etapa instructiva tuvo muchos errores, debido a lo cual, quienes seguramente ingresarán como imputados en la compulsa, no están actualmente sentados junto a Plá, Fernández Gez, Becerra, Pérez y Orozco.

Informe: Carlos Rubén Capella
carlosrcapella@yahoo.com.ar

miércoles, 29 de octubre de 2008

Juan Carlos “Desconozco” Pérez se mostró con contradicciones


En la quinta jornada del juicio por crímenes de lesa humanidad, cometidos en San Luis durante la dictadura militar de los ’70, por secretaría del Tribunal Oral Federal de nuestra provincia, se leyó la indagatoria brindada por Carlos Esteban Plá, en la etapa de instrucción, y a continuación brindó, ante el tribunal, su indagatoria Juan Carlos Pérez, quien a casi la totalidad de las preguntas que se le efectuaron, respondió con un seco “desconozco”, pero a contrario de Plá, respondió a las preguntas que le efectuó tanto la querella, como la fiscalía.

Una de las mayores contradicciones de Pérez, tuvo que ver con su nivel jerárquico, en la época, en el D2 de la Jefatura, puesto que señaló que “el policía de mayor rango era Víctor Becerra”, y por momentos aseguraba que le seguía en rango, pero en otros momentos, se equiparaba en ese segundo puesto jerárquico con otro oficial y hasta con dos oficiales más, no quedando nunca en claro quien le seguía, en rango, a Becerra.

A lo único que pudo contestar con certeza, fue al reconocer su firma en el acta de liberación de Graciela Fiochetti, de quien señaló que “vino traída por un oficial del Ejército, que después me enteré que era de apellido Dana”, pero no supo decir si a Fiochetti la acompañaban más detenidos, siendo que Plá había declarado que en el mismo camión, esa mañana habían llevado a seis detenidos, entre ellos Graciela Fiochetti.

En su declaración, Pérez aseguró que Velásquez lo inculpó en esta causa, por una especie de venganza, debido a que este último, sindicado como autor de un homicidio, en una causa que fue imputado junto a Saíz y Arce, “me mandó a la hermana, para pedirme que hiciera un falso testimonio, como que el día del hecho, Velásquez había estado comiendo un asado conmigo, a lo que me negué” y esto hizo que, tiempo después, “Velásquez me dijera que se la iba a pagar y acá estoy pagándosela”.

En este punto, el presidente del tribunal, le preguntó si él conocía a Velásquez, a lo que respondió que sólo del trabajo policial, a lo que Rodríguez le cuestionó sobre ‘si a alguien que usted no le tiene confianza, le va a pedir que emita un falso testimonio para salvarlo’, y Pérez agregó, como para embarrarla más aún, que “porque sabían que yo era un hombre derecho”, cosa que implica que quien le pueda pedir que haga un falso testimonio, dude aún más en peticionárselo, salvo que sea de extrema confianza.

Sobre las contradicciones palpables, con respecto a su indagatoria ante la Cámara Federal de Mendoza, Pérez aseguró que en 1985 “en ese momento no testifiqué contra ningún militar, porque me vinieron a ver militares y me obligaron a no testificar contra militares, y como no tenía trabajo en ese momento, me ofrecieron trabajo y hasta me dijeron que iba a salir una ley (de Obediencia Debida y Punto Final) por la cual todo iba a olvidarse y no iba a tener más problemas y me pusieron abogados militares, que me obligaron a decir lo que testifiqué en ese momento”.

En la mañana de hoy, está previsto que Pérez continúe con su indagatoria, pero su abogado nos anticipó que “más de lo que dijo hoy (por ayer), no va a decir, porque ya dijo todo lo que sabía”.

Informe: Carlos Rubén Capella
carlosrcapella@yahoo.com.ar

martes, 28 de octubre de 2008

Plá declaró y Fernández Gez se abstuvo




En la jornada de ayer, dentro del juicio oral y público que se le sigue a ex militares y ex policías, por el asesinato de Graciela Fiochetti y la desaparición de Pedro Valentín Ledesma y Santana Alcaraz, el ex jefe del GADA 141 Miguel Ángel Fernández Gez, se abstuvo de declarar, aceptando su indagatoria en sede fiscal, mientras que Carlos Plá decidió declarar en indagatoria. En los resolutorios, el tribunal aceptó el pedido de la querella, para que comparezcan a declarar el camarista Carlos Martín Pereyra González y el obispo Juan Rodolfo Laise, aunque en el caso de este último, debido a estar en Italia, se fijó la posibilidad de que lo haga a través de la videoconferencia.

Plá, antes de que ingresaran los miembros del tribunal, tuvo un gesto irónico y fuera de lugar, cuando los reporteros gráficos tomaban imágenes de quienes estaban en el lugar del juicio, saludó con gestos casi burlescos y sin que nadie le preguntara nada, disparó un “si ustedes me sacan fotos, yo los saludo”.

A la hora de iniciar su indagatoria, comenzó diciendo que “quiero dejar muy en claro que soy totalmente inocente de los cargos que me imputan” y se despachó contra los miembros del Tribunal Oral Federal, diciendo “sé que en las mentes de los jueces, ya está escrita mi condena” y como para suavizar su comentario agregó “espero equivocarme”.

En todo momento trató de dejar ver una imagen de persecución en su vida militar, señalando que era un militar en estado de “SIF (Situación Irregular Familiar)”, por su condición de separado de su primera esposa, lo que lo convirtió en un “leproso, para la mente militar de la época”, y se definió como “democrático” y tratando de dejar ver imposible en su proceder, el hecho de haber torturado y reprimido, puso como ejemplo que en 1972 se negó a reprimir “la huelga del hambre”.

Cuando se decide que el Ejército de San Luis dependa de Córdoba, aseguró que comenzó una interna entre el Comando de Artillería, dirigido por el teniente Coronel Moreno y el GADA 141, comandado por Fernández Gez. Sobre Velázquez, quien lo sindicó como actor de lo sucedido a Fiochetti, dijo que “era de hacer justicia por mano propia”.

A la hora de las preguntas, se negó a responder las que le quisieran hacer la querella, como la fiscalía, y fue cuando el juez Ricardo Burad, comenzó con el cuestionario, en el cual dejó ver varias contradicciones, y la más gruesa fue cuando se le preguntó sobre si había atendido a la madre de Fiochetti en algún momento, y dijo “no sé si fue a la madre o a la hermana, pero sí recibí a una de ellas”, pero en las repreguntas de Burad, llegó a decir “por orden de Moreno, recibí a la madre” y se cortó, como dándose cuenta que dijo lo que no debió decir, ante lo cual Burad le requirió si eso “fue un acto fallido”, a lo que se negó. En ese momento, su abogado Hernán Vidal le hizo señas con su mano derecha, como indicándole que terminara con su testimonio, ante lo cual le dijo al tribunal que hasta ahí había llegado su declaración.

A pesar de ello, el presidente del tribunal Rodríguez, le hizo varias preguntas, y por momentos el diálogo entre ambos se tornó algo tenso y áspero, puesto que Rodríguez quería saber si como subjefe de la Policía, no hubiera escuchado nada ni de Fiochetti ni de los otros detenidos con ella en La Toma, aquel 21 de septiembre de 1976.

Por otra parte, se espera para hoy, la declaración testimonial del ex comisario policial Pérez, quien expuso que iba a declarar en esta instancia, mientras que Becerra se abstuvo y el ex cabo policial Orozco señaló que se abstenía en esta instancia, pero que lo iba a hacer en cualquier momento, a instancias de lo que le aconsejara su defensor.

"Creo que era una perejil"

En un tramo de la declaración, el juez le consulta cual creía que era el grado de participación de Fiochetti en el esquema de la denominada Columna 19 de Montoneros, a lo que el imputado respondió que creía, como se decía en la jerga, que era "una pereijil", es decir sin una importancia estratégica. "Creo que era una pobre chica que adhería o simpatizaba con Montoneros", señaló.

Informe: Carlos Rubén Capella
carlosrcapella@yahoo.com.ar

lunes, 27 de octubre de 2008

Laise y Pereyra González deberán declarar en forma oral

El Tribunal Oral Federal de San Luis decidió hoy que el ex obispo de la diócesis, Juan Rodolfo Laise deberá prestar declaración testimonial en forma oral.

Su presencia había sido pedida por la defensa de Miguel Ángel Fernández Gez. El militar lo habría acusado en su declaración de primera instancia al obispo Emérito de haberle pedido que detuviera, secuestrara o hiciera desaparecer a un cura que iba a dejar los hábitos para casarse. El abogado Mercado también pidió que se llamara a testimoniar a Pablo Melto, que sería el sacerdote que Laise había pedido que detuviera.

Fue la querella, ejercida por Enrique Ponce, en los planteos preliminares, la que solicitó que no lo hiciera por escrito, "para tener la posibilidad de repreguntar", ante las acusaciones que estarían en el expediente.

Ponce también pidió que el camarista federal Carlos Mártín Pereyra González, actualmente en funciones en Mendoza, no tuviera la prerrogativa de hacerlo en forma escrita, ya que existen fundadas expectativas por sus declaraciones, puesto que él era Secretario del Juzgado Federal de San Luis cuando fue secuestrado de la Universidad Nanional de San Luis, Santana Alcaraz y su padre solicitó un Habeas Corpus que nunca habría sido contestado. En el expediente también se lo referencia al actual camarista de haber estado presente en al menos una sesión de tortura en el edificio contiguo al Juzgado Federal, donde funcionaba la central de Policía en el proceso militar.

En el caso de Laise, se admitió como última posibilidad la posibilidad de que declare mediante el sistema de video conferencia, pero se intentará por todos los medios que el religioso testifique en San Luis.

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com

AVISO A LOS LECTORES DE PERIODISTAS EN LA RED

EN ESTOS MOMENTOS EL SITIO SE ENCUENTRA CAÍDO POR PROBLEMAS TÉCNICOS EN EL SERVIDOR. SE ESTÁ TRABAJANDO PARA RESOLVER EL TEMA EN FORMA URGENTE

domingo, 26 de octubre de 2008

El testimonio de otro torturador que incrimina a Plá y a todos los acusados

"A fojas 621/30 obra declaración testimonial de Jorge Hugo Velázquez (...) En su extensa exposición relata que desde marzo de 1976 hasta 1977 prestó servicios en el departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia. Que su jefe era el subcomisario Becerra y el oficial principal Pérez y que tenia de compañeros a Jorge Natal, Domingo Escudero, Elio Barroso.

Que los oficiales eran Mario Calderón, Omar Lucero, Chavero y Ricarte, que también pertenecían al departamento los cabos Luis Amador Garro y Luis Orozco.

La sede principal del D2 estaba dentro de la Jefatura de Policía y que al lado de los baños estaba el cuarto de interrogatorios.

Que estuvo en La Granja como preso y que antes había visto como torturaban a supuestos subversivos. Que él también recibió torturas ahí.

Que en un comienzo el dependía de Plá, hasta que éste le pidió en presencia del comandante Frenández Gez y del Dr. Acevedo que "boleteara al Dr. Jesús Rodríguez".

Que en agosto de 1977 fue testigo de un relato de Juan Carlos Pérez, en el que narró las tortura que fue víctima y como la asesinaron a Graciela Fiochetti, como la secuestraron y lo dura que era y cuando le hicieron firmar la libertad y no la liberaron y que fue interrogada por Pérez, Plá y Becerra y no hablaba.

Luego explica que como el declarante era chofer de los jefes relata su versión de los hechos: que viajó a la localidad de La Toma, en un Taunus color verde, con Becerra, Loaldy, un sargento Torres. Una vez ubicada la casa de Fiochetti fue rodeada por soldados y el capitán Plá rompió la cerradura de la puerta de un escopetazo, que desde el auto escuchaba los gritos y llantos. Que dentro de la casa se dio vuelta todo.

Que a la madrugada, con los ojos vendados y atada, se trasladó a Fiochetti a la Comisaría de La Toma, donde fueron interrogados y torturados.

Que entró al lugar donde estaban interrogando y observó que a Graciela Fiochetti atada con las manos atrás, con la venda en los ojos le metían la cabeza en el agua, mientras Fernández era golpeado a puntapiés y a gomazos en la misma habitación.

Acota que Graciela era una chica delgadita de pelo oscuro, chiquitita y que habló con ella.

Que luego llegan a la Comisaría de La toma Pérez con Chavero, que los gritos de dolor de Graciela Fiochetti eran tales que hasta la gente del pueblo se levantaba a mirar.

Que a las 10,30 u 11 trasladaron a Fiochetti y a Fernández en un camión a San Luis.

Conducen a Graciela Fiochetti al cuarto de interrogatorio donde estaba Plá, Becerra y Pérez y que el declarante vio cuando la entraron patadas y cerraron la puerta. Acota que es muy importante el testimonio de Arce quien vio a "la piba golpeada y todo".

Que cuando viene Arce a buscar un pase libre circulación el declarante entra en la sala de interrogatorio, ve a Graciela golpeada y escucha que le preguntan si era de la "orga", a lo que ella contestaba entre sollozos que no sabía nada de dicha "orga".

Agrega que con horror ve que está desnuda y con los ojos sin vendar, lo que significaba que iba a morir.

Que vio que la chica había sido violada con una manguera de goma que estaba ensangrentada.

Que estuvo presente esa noche alrededor de las 22,30 cuando le dicen que iba a ser dejada en libertad Pla, Becerra y el mayor Franco.

Relata que hacían cola para verla Lucero, Calderón, Pérez...

Que sabía que estaba enferma. Que al día siguiente volvió ala Jefatura entre las 7,30 y las 9 y lo manda Becerra junto con Calderón a buscar un detenido a un lugar llamado "La Escuelita" o "La cueva del chancho", que era una cárcel clandestina.

Cuando llegan les abre la puerta Cirilo Chavero, encargado del lugar con Ricarte. Le hicieron estacionar el vehículo marcha atrás con el baúl hacia la puerta, baja y se dirige a los calabozos, en uno de ellos encuentra a Graciela Fiochetti (a quien le habían hecho firmar la liberación el día anterior), vestida como el día anterior, ensangrentada y sin venda en los ojos.

Que Calderón le ordena al declarante y a Chavero que la pusieran en el baúl.Se dirigieron a "La Granja" donde fueron recibidos por el mayor Osarán y el Sargento Merlo con otros subalternos quienes bajan a Fiochetti de los cabellos y de las piernas aGraciela Fiochetti.

Que al volver ese día lo mandan junto a Calderón y Domingo Escudero a hacer una inspección domiciliaria en la calle Belgrano a tres cuadras de la Jefatura. Qeu luego de visitar una pensión universitaria, Calderón le muestra una libreta perteneciente a Santana Alcaraz y le dice "este es otro que va a morir".

A la tarde se enteró que Santana Alcaraz había desaparecido.

Que volvió a ver a Graciela Fiochetti, sin recordar bien la fecha, en ocasión de salir de recorrida con Chavero y Becerra. Este último le ordena que vayan con dirección a las Salinas del Bebedero, que a unos 35 km de San Luis lo pasa un Torino blanco y un Ford Falcon y Becerra les ordena seguirlos, diciéndole "apurate que ahí van los muchachos", lo que hace el declarante.

Continúa relatando que al llegar al cruce del camino a Mendoza con el camino a Salinas del Bebedero, doblan y siguen unos 500 o 600 metros.

Estacionan todos los autos y bajan a Graciela Fiochetti con la misma ropa que la había visto antes y del otro auto un "pibe" vestido de ropa oscura, entre dos personas más, unos 5 centímetros más alto que Plá.

Reconoció a Plá por su caminada característica. Que desde el auto donde se encontraba escuchó el grito "van a hablar o no van a hablar, voz perteneciente al "Chueco", nombre de guerra del capitán Pla.

Que Plá hacía simulacros de fusilamiento,hasta que en un momento dice "esto no va mas" y ve que Plá le pega un tiro en la nuca a Graciela Fiochetti, que estaba arrodillada en el piso.

Ahí no miró más y luego escuchó dos disparos..."

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com

El policía Ricarte da testimonio de como se hizo desaparecer el cadaver de Fiochetti en una tumba NN

"A fojas 41 declara Carlos Hermenegildo Ricarte, empleado de la Policía de la Provincia, relatando que cumplió servicios en el departamento de Informaciones D2 desde el mes de mayo de 1976 hasta el mes de junio de 1981, siendo su jefe el Comisario Principal David Becerra (...) que en el mes de septiembre de 1976 por disposición superior, conjuntamente con el señor comisario principal Becerra y el subjefe de Policía, Capitán Carlos Esteban Plá, se trasladan hasta la localidad de Salinas del Bebedero, donde al llegar constata que se encontraban presentes próximos a unas parvas de sal, el señor Jefe de Policía, Mayor Claudio Franco, un camión del Ejército Argentino con personal militar, observando que en el lugar se encontraban dos cadáveres, uno masculino y otro femenino, depositados en el interior de una fosa de un metro aproximadamente, los cuales estaban totalmente calcinados, ignorando con qué elemento. Labró la correspondiente acta de constatación, continuando con el resto de la diligencia, como recepción de declaraciones.

Que recuerda que se presentaron al Departamento la madre y hermana de Fiochetti, buscando su paradero. Que recuerda haber concurrido con una de estas personas a la morgue del Policlínico, manifestando una de ellas que podría tratarse del cadáver de su hermana, habiéndose labrado el acta correspondiente.

Concluidas las actuaciones fueron elevadas a disposición del Jefe del Departamento al Comando de Artillería 141, habiendo sido registradas en el libro. Que previo realizar los trámites correspondientes ante las autoridades de la morgue, fueron sepultados como NN en el Cementerio del Rosario de esta ciudad.

No se dio intervención a la justicia del crimen por así haberlo dispuesto la superioridad. Que en esas actuaciones él actuó como Secretario y como Instructor el Jefe del Departamento, Becerra".

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com

La detención y la posterior desaparición según la denuncia de la madre de Graciela

De acuerdo a lo leído en el expediente judicial:

"Entre las diligencias cumplidas, a fojas 4/5 presta declaración testimonial la señora Laura Álvarez, Madre de Graciela Fiochetti, quien en lo pertinente declara: que a las tres horas del día 21 de setiembre de 1976, estando su hija en reposo, escucha ruidos sobre su casa y un disparo de arma de fuego, el cual impacta en la puerta de acceso a la vivienda, observando que se encontraba rodeada por soldados uniformados, personal de civil donde se encontraba su hija, escuchando que le preguntaron si su nombre era Graciela custodiada por soldados apuntándole con armas.

Que inmediatamente estas personas hicieron un acta en presencia del testigo Carlos Bruna y una persona de apellido Calderón o Contrera en la cual dejaban constancia que no secuestraban nada y que a su hija la procedían a detener sin especificar la causa. Que entre las personas que ingresaron a su domicilio reconoció a los oficiales Mariano Mansilla, uno de apellido Mora, un agente de apellido Funes, (a) Chueco, con prestación de servicios en esa localidad. Se encontraba una persona de civil a la cual llamaban "Comisario Becerra".

Que teniendo en cuenta que su hija se encontraba enferma de epilepsia en último grado, se trasladó a la jefatura departamental, donde fue atendida por personal militar, pero no le fue recibido el té que le había llevado ni los medicamentos que por prescripción médica se le suministraba, invitándola a retirarse a su domicilio, por cuanto llegaron a convencerla que su hija sería puesta en libertad. Que el mismo día la señora Alicia Torres de Torres le avisó al hermano de la denunciante que a Graciela, al Gringo Fernández y a Trepín los habían trasladado a la ciudad de San Luis en un Jeep militar.

Al día siguiente, con su hija María Magdalena Álvarez, se trasladaron a la ciudad de San Luis, concurriendo a todas la comisarías, al a Jefatura Central, entrevistándose con un militar de apellido Plá, manifestándole que su hija no se encontraba detenida y que ni siquiera la conocían. Trasladándose al GADA es atendida por el coronel Moreno, manifestándoles que él la había mandado a detener a Graciela e inmediatamente se comunica con el señor Pla, diciéndole que las atendiera.

Que al retirarse del lugar se cruza con Fernández, que según la señora Torres había sido trasladado juntamente con Graciela, preguntándole por ella le respondió que se encontraba en Jefatura y que ya la largarían. Allí Plá le comunica que su hija había sido puesta en libertad y le exhibió un acta firmada por ella, firma que reconoció
como perteneciente a su hija. Que ella le manifestó que Fernández le había comunicado hacía diez minutos de que su hija se encontraba en la Jefatura, que ofuscó a Pla y mandó a detener a Fernández.

El día 25 de setiembre fue citada su hija María Magdalena para reconocer un cadáver que se encontraba en la Morgue del Policlínico Regional, la que reconoció que efectivamente el cadáver era de su hermana Graciela, aunque se encontraba prácticamente irreconocible porque había sido apartentemente quemada con algún líquido. Los zapatos, su ropa íntima, al igual que el pantalón eran de ella, pero cuando se hace presente nuevamente para comunicar de que procederían a retirar el cadáver, le informaron que no se lo entregarían por cuanto lo había retirado el Comando y que no pertenecía a Graciela Fiochetti, sin darle ninguna otra explicación.

En el mes de diciembre de ese mismo año le dijeron a su hija María Magdalena que no concurriera más a la Jefatura por esta causa".

La declaración del tío de Graciela

A fojas 9 y vuelta declara Alfredo Manuel Álvarez, tío de Graciela, refiriéndo haber acompañado a su sobrina María Magdalena a la morgue del Policlínico Regional, donde había depositados varios cadáveres, exhibiéndole dos, uno de ellos masculino, los cuales estaban prácticamente irreconocibles porque se le había practicado una
autopsia y se encontraban parcialmente quemados por acción del fuego o líquido. Al de sexo femenino le faltaban las manos a la altura de la muñecas, faltándole asimismo parte del cráneo, que había sido cortado con un elemento contundente. Al día siguiente le pide al dentista Malpica un detalle del trabajo efectuado a Graciela, viajando a San Luis, le entrega el detalle a Plá, quedando en su escritorio para según dijo, él realizar una verificación. Que volvió varias veces a la jefatura pero no logró entrevistarse con Plá".

El testimonio de María Magdalena Álvarez, hermana de Graciela


"Cuqui" Álvarez sigue con atención las instancias del juicio. A ella le tocó identificar el cadáver de su hermana.

En el primer tramo es coincidente con el de su madre, Laura Álvarez y luego señala:

"...Que al otro día fue con su tío Alfredo Manuel Álvarez a entrevistarse nuevamente con Plá, quien les comunicó que habían aparecido dos cadáveres en las proximidades de Salinas del Bebedero, que uno podía ser el de su hermana, que al otro día volvieran para identificar a los cadáveres en la morgue.

Que al otro día en la morgue, observa sobre una bandeja un cadáver desprovisto de ropas, de sexo femenino, al que le faltaban las manos a la altura de las muñecas y quemado desde sus senos hacia arriba y al que aparentemente le habían practicado una autopsia; y al que reconoció como el de su hermana Graciela por tener en cuenta sus dimensiones, sus pieles los cuales tenía las uñas pintadas de color rosa pálido y también por la vestimenta que le exhibieron.

Volvieron a la Jefatura donde le tomaron declaración, donde manifestó que el cadáver pertenecía a su hermana, preguntándole si el rostro era el de su hermana, respondió que no era factible reconocerlo porque estaba quemada. Posteriormente Plá le informa que no le entregarían el cuerpo porque había pasado el caso al Comando, por lo que se dirige al Ejército donde no la atienden. Tres días después vuelve a la Jefatura y Plá le informa que no era el cuerpo de su hermana y que cualquier novedad se la comunicaría".

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com

miércoles, 22 de octubre de 2008

En la tercera jornada pidieron que Laise y Pereyra González testifiquen en forma oral. La defensa pidió la nulidad de lo actuado


Hoy comenzó el debate propiamente dicho, con la integración de los cuatro camaristas

En la tercera jornada, que dio lugar a los planteos preliminares, los hechos más destacados pueden resumirse en la reiteración del pedido por parte de la querella -a la que adhirió la fiscalía- de que el camarista federal Carlos Marín Pereyra González y el ex obispo de San Luis, Juan Rodolfo Laise, no tuvieran la prerrogativa de declarar por escrito, sino que existiese la posibilidad de que comparezcan ante el Tribunal. La defensa de Fernández Gez solicitó que se incorporara a Pablo Melto como testigo, ya que sería el cura que dejó los habitos para casarse y que Laise le habría pedido que detuviera, secuestrara o hiciera desaparecer al ex jefe del Comando de Artillería 141 de San Luis, según los testimonios que habría brindado el militar en la indagatoria de la primera instancia.


El tribunal deberá decidir si acepta la incorporación de Pablo Melto como testigo, quien es actualmente un poeta popular

En el caso particular de Laise, que presentó un certificado médico, señalando que no estaba en condiciones de salud para venir a la Argentina, Enrique Ponce, por la querella y Olga Allende, por el Ministerio Fiscal, solicitaron que prestara declaración a través de video conferencia desde Italia, donde se encuentra el religioso.


Juan Rodolfo Laise (Imagen archivo en Internet)

El Dr. Mercado, que actúa como defensor de Miguel Ángel Fernández Gez, pidió la nulidad de todo lo actuado y la libertad de su defendido, ya que entiende que al no estar todos los integrantes de la cadena de mandos y las personas que actuaron en el secuestro, tortura y muerte de Fiochetti y desaparición forzada de Santana Alcaraz y Pedro Ledesma, como así también los tormentos que se le aplicaron a Víctor Fernández, no se puede delimitar responsabilidades y manifiesta que la Fiscalía actuó de manera arbitraria, inculpando a unos y dejando fuera de las responsabilidades a otros. "Se ha dividido la causa", sostuvo, "se ha elegido a quien investigar y qué delitos investigar"

Concretamente hay dos personas que figuran como participes de los operativos que quedaron fuera de la acusación: Horacio Dana, que era teniente primero en ese momento y al menos participó de las detenciones y Juan Carlos Moreno, el entonces coronel que dio la orden de detención.

Un testigo lo incrimina a Dana y lo señala como la persona que ultimó a Fiochetti en las Salinas del Bebedero.

También refirió al hecho de que en todo momento se hace referencia a la detención de otras dos personas (Ricardo Angle y Oscar Trepín) pero que esos delitos no están siendo debatidos.

Pablo Papalardo, defensor de Juan Carlos Pérez, adhirió al pedido hecho por la defensa de Fernández Gez. "Si hay un plan sistemático, tienen que estar todos los partícipes", dijo el abogado.


Papalardo insiste en que deben estar todos los responsables de la cadena de mandos

En la jornada de hoy se incorporó el Dr. Cortez que actúa como cuarto juez, y tendrá participación en caso de que deba reemplazar a alguno de los titulares.


El juez podrá preguntar y actuará en su reemplazo si falta algún titular del Tribunal Oral

Otro de los planteos que realizó Ponce es que se revocara la detención domiciliaria de Becerra, para que no pueda realizar "acciones que obstaculicen el juicio" o relizar actividades de "complot", como las reuniones denunciadas que se habrían hecho durante la detención de Fernández Gez en su domicilio de Buenos Aires, donde se habría generado una estrategia para el juicio. La defensa rechazó de plano el pedido y también la Fiscal Allende señaló que debía hacerse a través de un incidente por separado.

El Tribunal Oral se tomará hasta el lunes para resolver los planteos presentados por las partes. La audiencia quedó fijada para las 9 de la mañana.

Mal trago para la Universidad y su rector

Ayer el Dr. José Ricardo no estuvo presente en la audiencia, pero se evitó el papelón a raíz de la acusación del presidente del Tribunal Oral, Raúl Rodríguez, cuando se estaba hablando de que a las pericias psicológicas las haría personal de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

"Quiero dejar en claro -dijo Rodríguez- que se le pidió formalmente a la Universidad Nacional de San Luis" que designara los profesionales para realizar las pericias psicológicas, pero, el Rector José Ricardo "no contestó nunca al pedido".

La UNSL tiene desaparecido a su primer Rector, Mauricio López. Pedro Ledesma y Sandro Santana Alcaraz eran alumnos de la casa de altos estudios y este último fue secuestrado de las propias aulas de la institución.

Aunque no hizo declaraciones a la prensa, Nelly Mainero, vice rectora, dijo a sus allegados que la Universidad había puesto a disposición del Tribunal "todo lo que fuera necesario".

Informe: Gustavo Sennn
gustavosenn@gmail.com

martes, 21 de octubre de 2008

Segunda jornada del juicio

Se realizó hoy la segunda jornada del juicio a los cinco represores acusados de crìmenes de lesa humanidad durante la dictadura y se continuó con la lectura de la Requisitoria Fiscal. Cuando promediaba la mañana, el abogado Daniel Mercado, defensor de Miguel Ángel Fernández Gez, insistió con el pedido de que se leyera la parte sustancial de la acusación, dejando de lado todo aquello que fuese reiterativo e innecesario.


La sesión por momentos se hizo tediosa para todos

Mercado hizo una dura acusación a la Fiscalía, señalando que "no sabe preparar una requisitoria", puesto que en la legislación citada, "debe ser clara, concisa y breve" y que en lo leído hasta ese momento, había una repetición de elementos citados, algunos que "no corresponden" que sean insertos.


Mercado pide la palabra para expresar su queja. "Mi cliente todavía no sabe de que se lo acusa"

A esa altura ya se habían escuchado en al menos tres oportunidades los mismos testimonios que según las instancias se fueron sumando al expediente y eran detallados de forma reiterativa.


En los rostros de todos se marcaba el cansancio

Nuevamente se comenzó a escuchar el relato de los hechos según los distintos testimonos. El único defensor que hizo conocer su posición favorable a la lectura completa fue Eduardo Esley, pero él también fue presa del aburrimiento

El Tribunal consultó a las partes y como la Fiscalía consideró necesaria la lectura completa, se ordenó la continuación de la misma.


La Fiscal de Cámara Olga Allende quería que se leyera las cuatro requisitorias en forma completa

Así comenzó nuevamente la lectura de toda la tramitación que se había realizado en la instrucción, aunque esta vez la acusación era para Carlos Esteban Plá. La anterior había sido de Fernández Gez.


La secretaria debió recurrir en numerosas oportunidades a una bebida para poder continuar con la lectura

Más tarde, al visualizarse que se comenzaban a reiterar nuevamente los mismos hechos, el juez Roberto Burad le consultó a la Dra. Olga Allende, representante del Ministerio Fiscal, si en la continuidad de lo que debía leerse había algún hecho que aportara algo nuevo.

Al manifestar la fiscal de cámara que, en los hechos no, pero si en las responsabilidades, se consultó a las defensas y a los imputados si estaban de acuerdo y se pasó directamente a ese tramo.

El abogado de la querella, Enrique Ponce, no interpuso oposición, pero pidió que a los fines de darle mayor celeridad al trámite, del documento presentado por esa parte, se leyeran los puntos 6 y 10, en donde se encuentran los elementos con mayor relevancia para la causa.


Si bien no interpuso oposición, Ponce sostiene que era necesaria la lectura completa

A las 14 se dio por conluída la lectura de la segunda requisitoria. El debate continuará mañana a las 9.

lunes, 20 de octubre de 2008

Las imágenes del juicio

Apenas habían pasado unos minutos de la 9 de la mañana cuando las puertas de la sala se abrieron para comenzar con un juicio que lleva 32 años de espera. En el banquillo estaban los acusados de asesinar a Graciela Fiochetti y desaparecer a Pedro Ledesma y Santana Alcaraz. Los familiares pudieron ver de nuevo a los ojos a los responsables de las más terribles vejaciones que sufrieron los jóvenes secuestrados en setiembre de 1976.



El juez Raúl Rodríguez, presidente del Tribunal Oral Federal, fue el encargado de abrir el juicio que se estima se prolongará hasta el mes de diciembre.



Al Dr. Rodríguez lo acompañan en su tarea dos camaristas mendocinos,



Roberto Burad




y Roberto Nacif

En el banquillo de los acusados de crímenes de lesa humanidad estaban Carlos Esteban Plá, señalado como la persona que disparó en la nuca, ultimando a la joven de La Toma. Cuando leían la declaración que hizo otro ex represor, Jorge Hugo Velazquez, que lo inculpó directamente, en su rostro se dibujó una sonrisa macabra.



"El Chueco" Plá

Víctor David "El Japonés" Becerra, jefe de Investigaciones en los años de plomo, fue descripto por los testimonios leídos como uno de los torturadores que mas saña y empeño ponían a su tarea.



Víctor David Becerra, alias el Japonés o el Chino

Luis Alberto Orozco, un joven cabo en los años de la dictadura, también participaba en las sesiones de tortura que se llevaban adelante.


Luis Alberto Orozco

En un extremo de la sala, engañando con su apariencia bonachona, otro de los acusados: el comisario Juan Carlos Pérez, para quien como "la chica es dura, le va a pasar lo que le tiene que pasar", según el testimonio de un compañero de armas realizado durante la primera etapa de la investigación. La chica era Fiochetti y lo que le tiene que pasar, era lo que finalmente sucedió, "le hicieron la boleta", según el testimonio escuchado.


El ex comisario Juan Carlos Pérez

Los testimonios leídos también dejaron inmersos en la culpa a Miguel Ángel Fernández Gez, quien esperó el juicio con detención domiciliaria debido a sus 83 años. Fue a quien más se le notó el peso de las horas y hubo momentos en que familiares suyos prestaron especial atención a los movimientos. Sacaba el pañuelo, se limpiaba los ojos y la cara. Junto a Pla, eran los que seguían con mayor atención la requisitoria fiscal.



Miguel Ángel Fernández Gez

Uno de los momentos más difíciles para los familiares y amigos de las víctimas, fue cuando la secretaria dio lectura a una declaración de Víctor Fernández, en donde contaba la manera en que había sido torturado. Nora Cortiñas, integrante de la línea fundadora de Madres de Plaza de Mayo, tapó su rostro como protegiéndose del horror. En cada relato de la tortura se aparece la imagen de su hijo Gustavo, desaparecido en 1977. "Cuanto ensañamiento", le dijo a Periodistas en la red.


Nora Cortiñas

Luego hubo un cuarto intermedio, que no solo sirvió para aliviar el stress producido por las imágenes del horror, sino también para el encuentro entre las madres y abuelas con otra madre y abuela que sufre aquí en San Luis el no encontrar a su hijo. Dominga, la madre de Pedro Ledesma, se abrazó con las otras luchadoras.

Comienza el juicio por la verdad y la memoria

Comienza el juicio por la verdad y la memoria

Este lunes, cuando se abran las puertas del edificio del Tribunal Oral Federal de San Luis, ubicado el la primera cuadra de la avenida Presidente Illia, en pleno centro puntano, la larga lucha de treinta y dos años buscando justicia, memoria y verdad, habrá comenzado a rendir sus frutos. A las 9 de la mañana se iniciará un proceso histórico en nuestra provincia; en el banquillo de los acusados estarán sentados cinco miembros de las fuerzas represivas que tuvieron en un puño la decisión sobre la vida y la muerte de los puntanos.

Los responsables del terrorismo de Estado escucharán los cargos que se les hacen, aunque no son los únicos crímenes que cometieron, ni la larga lista de responsables termina en ellos.

Carlos Esteban Pla, alias "el chueco", "el señor de la vida y de la muerte", es el principal acusado por la muerte de Graciela Fiochetti, la desaparición de Pedro Ledesma y Santana Alcaraz y las torturas a Víctor Fernández que se debatirán en este juicio. Estará acompañado por quienes conformaron parte del aparato represivo de aquellos días: David "El Japonés" Becerra, ex jefe del departamento de Informaciones de la Policía local, Juan Carlos Pérez, subjefe de esa división, el entonces cabo Luis Orozco y Miguel Angel Fernández Gez, que comandaba el GADA 141. También estaba imputado el ex mayor Franco, jefe de la Policía puntana durante la dictadura, fallecido mientras estaba con detención domiciliaria.

Se espera que durante el debate oral salga a la luz el nombre de otros responsables de crímenes en la dictadura -policías, militares y civiles que actuaron como cómplices- ya que por primera vez en la historia de estos juicios se rompe la cadena de silencio y las aparentes traiciones entre los camaradas de armas hizo que los imputados "prendieran el ventilador" y se encuentren dispuestos a repartir responsabilidades.

Incluso en los testimonios brindados durante la indagatoria de la primera instancia, salió a la luz el nombre del ex obispo de la diócesis, Juan Rodolfo Laise, quien habría pedido que se hiciera desaparecer a un cura que estaba por dejar los hábitos para casarse. Pero aunque se la más grave por el tenor del pedido, no es la única acusación que pesa sobre el religioso que se retiró y se fue a Italia.

El tribunal estará integrado por los Dres. Roberto Nasif, Roberto Burad (ambos mendocinos) y lo presidirá Raúl Rodríguez de San Luis. Habrá un cuarto juez -el Dr. Cortez- que participará de las audiencias sin preguntar y actuará en caso de la ausencia de los titulares.

La querella estará representada por el Dr. Enrique Ponce y María Elva Martínez (especialista en la estructura jurídica normativa del terrorismo de Estado).

En la pequeña sala donde se desarrollará el juicio, se ha dejado espacio para que 40 familiares sigan el desarrollo. También durante los dos primeros días estarán presentes organizaciones defensoras de los Derechos Humanos como Madres de Plaza de Mayo y el Movimiento Ecuménico por los DDHH. También la APDH nacional y local tienen un lugar reservado.

Eduardo Luis Duhalde, Secretario de Derechos Humanos de la Nación, será una de las autoridades que estará en la jornada inicial del juicio, también su segundo, Luis Alen y un equipo de asistencia para los familiares de las víctimas, que "volverán a revivir el horror", según las palabras del subsecretario. En caso de ser necesario, recibirán atención psicológica y jurídica. El senador nacional Daniel Pérsico será otra de las autoridades que segurirá las alternativas del juicio de forma directa.

Cuarenta serán los efectivos que la Delegación San Luis de la Policía Federal Argentina ha destinado al operativo, incluyendo al propio subjefe a cargo de la repartición, subcomisario Marcelo Bermúdez. La policía provincial no montará una guardia acompañando a los federales, solamente tendrán efectivos sobre alerta para actuar en caso de que se lo requieran.

La sala del entrepiso cedida a último momento por el Correo Argentino tiene una capacidad para 200 personas y ya se encuentra acondicionada con una pantalla para seguir las alternativas.

Desde el momento en que comiencen la exposición los testigos de la causa, no se emitirían imágenes de las personas que realicen su relato, como una manera de protección.

Diariamente habrá una agenda de las actividades que se realizarán ese día y los posteriores para permitir organizar el trabajo a la prensa y a quienes quieran presenciar el juicio, aunque, si bien no fue expresado de manera directa, en el caso de los testigos protegidos, no se dará a conocer el nombre ni ningún dato filiatorio.

Desde el momento que comiencen los testimonios (aproximadamente el 3 de noviembre) no se permitirá el ingreso de celulares, grabadores, máquinas fotográficas, video filmadoras o aparatos similares. Quienes ingresen deberán pasar por un detector de metales.

El juicio tendrá más de cien testigos. La audiencia inicial, alegatos y sentencia podrán ser transmitidas por TV.

Fernández Gez pidió alojarse durante el juicio en una direccioón que corresponde al colegio San Luis Gonzaga, presuntamente al cuidado de la madre superiora. El tribunal ordenó verificar si esperaban al huésped, pero nadie lo conocía. La dirección que dio, es de un portón.

Según lo que informa este domingo Página 12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-113607-2008-10-19.html) "Monseñor Laise no es el único interesado en evitar preguntas molestas. El mismo privilegio de declarar por escrito solicitó Carlos Pereyra González, hoy juez de la Cámara Federal de Mendoza y en 1976 secretario del juzgado federal de San Luis, ubicado en el mismo edificio donde la policía provincial torturaba. El chofer del D2 que relató el crimen cometido por Plá, Jorge Velázquez, contó que a Pereyra González lo llamaban Rabanito y que presenció las torturas a Fiochetti y a Nolasco Leyes, otro desaparecido. Del tribunal depende la posibilidad de que víctimas y familiares puedan mirar a los ojos de estos singulares testigos cuando declaren".

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com


Graciela fue arrancada de su hogar en La Toma


"El Negrito" Ledesma, tenía 21 años cuando lo desaparecieron

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Sandro Santana Alcaraz también desapareció el 21 setiembre


Víctor Fernández sufrió terribles torturas

Crónica de las detenciones de setiembre del 76

El denominado INFORME DE LA TOMA dio origen a las detenciones de militantes políticos y sociales









Ese setiembre del '76 , varias poblaciones del interior se sacudieron con la patadas en las puertas de las casas de las víctimas. La Toma fue una de ellas.
De allí, en la madrugada del 21 de ese mes se llevaron a Graciela Fiochetti, de 21 años de edad, detenida en su domicilio. Al día siguiente el subjefe de Policía de la Provincia, el entonces Capitán Carlos Esteban Pla informó a la familia que había sido liberada, pero la encontraron muerta con su cuerpo quemado en las Salinas del Bebedero.
Dos día antes se había producido una encerrona en las proximidades de las calles gobernador Alric y San Juan. Fue un operativo conjunto entre la Policía y el Ejército donde resultó ultimado Raúl Cobos y fueron detenidos Pedro Ledesma y Juan Cruz Sarmiento.
Los militares sostuvieron que hubo un enfrentamiento donde Cobos se resisitió, sacó un arma y fue abatido. Falleció en el Policlínico Reginal.
Siempre según los dichos de los uniformados, a Cobos le encuentran un informe de inteligencia, conocido luego como el “Informe de La Toma”.
Es allí donde aparecen los nombres de Graciela Fiochetti, “La Flaca”, según el texto; Víctor “El Gringo” Fernández; y otras dos personas, una de apellido Trepín y la otra de apellido Angle. Todas fueron detenidas en la misma jornada.
Según una fuente allegada a la familia de las víctimas, ese informe “es muy controvertido y no está probado que esa documentación la haya tenido Cobos. Hay otra versión que indica que se había realizado inteligencia anterior a esos hechos sobre las personas que figuran en el informe”.
Retomando la versión de las fuerzas de seguridad, al informe lo habría confeccionado Santana Alcaraz y se lo habría entregado a Cobos.
“Fue un falso enfrentamiento”, asegura, “lo estaban buscando. Su muerte se blanqueo porque fue un hecho en la via pública”.
En ese episodio ocurrido el 19 de setiembre lo detienen Pedro Ledesma. “La familia trata de averiguar que paso. Cuando el padre llega a la casa, la habían allanado y se la estaban desvalijando”.
“Pedro estaba detenido en la central de policia, ubicada en Belgrano y San Martín. Los familiares hicieron todas las gestiones necesarias”, continúa.
“El 22 le dicen al padre que pase por la Comisaria 2º a las 22 para entregarle a su hijo. Allí va don Segundo Ledesma con un amigo, un señor de apellido Rodriguez. Entra y lo llevan a un cuarto aparte, le recomiendan que durante un año no lo deje ir a la universidad, que lo separe de sus amistades, ya que lo había querido absorver una organización guerrillera”, prosigue.
“Luego le dicen al amigo que puede retirarse, que todo está en orden y que pronto liberarán al muchacho”, relata. “Rodríguez no quería irse porque temía que pudiese ocurrir algo inesperado, pero ante la insistencia, finalmente accede y se va”.
“Tras el papeleo, los uniformados le advierten que tenga cuidado, porque puede haber represalias de Montoneros y le hacen una serie de recomendaciones por el estilo”.
“Entonces se lo entregan, lo liberan y se va el padre con el hijo. A poco de andar, lo intercepta un Falcon bordó con dos personas que bajan simulando ser montoneros y lo secuestran. Don Segundo termina en el piso, pero puede advertir que dentro del auto estaban el Capitán Pla y el Japonés Becerra”.
“Decide volver a la comisaría segunda y hace la denuncia, sin obtener ningún resultado. No dice que había identificado a Pla y Becerra, tiene miedo que haya represalias con el resto de su familia”.
“Después, cansado de las idas y vueltas sin conseguir resultados, decide ir a plantearle el tema al Teniente Coronel Moreno. Eso pudo haber significado su muerte, pero zafó”.
“Pero la cosa no quedó allí, ya que luego lo citan de la Policía y el propio capitán Carlos Esteban Pla -que era el Subjefe- lo amenaza diciéndole que no siga repitiendo lo que sucedió en el procedimiento porque lo iban a matar. ‘Le vamos a hacer un buraco así de grande’ recuerda que le dijeron.
“Con el informe de inteligencia que supuestamente confeccionó Santana Alcaraz la madrugada del 21 de setiembre detienen a (Oscar Alcides) Trepín, al Gringo Fernández, a (Ricardo) Angle (en la terminal de ómnibus) y a Graciela Fiochetti.
El operativo estaba a cargo del Teniente Primero Dana que actuaba bajo las órdenes de Moreno. Primero son detenidos en la Comisaría de La Toma donde los golpean y los torturan”.
“Los traen atados y vendados a la Central de Policia de San Luis, los golpean, son interrogados y esa misma noche les hacen firmar las actas de libertad. Fiochetti se negaba a firmar esas actas”.
“Luego los trasladan a Fernández y a Fiocchetti a distintos lugares, a la mujer la llevan a una dependencia conocida como “La Escuelita” o “La cueva del chancho”, ubicada en Justo Daract y Ejército de los Andes. Después la llevan a la Granja la Amalia, torturada y muy mal. Ella era epiléptica. Allí estaba Osaran, que es el actual director del Círculo Militar, quien era el responsable del área de inteligencia del GADA”.
“Después la llevan la llevan a las salinas y la ejecutan presumiblemente con Idelgardo Chacón o con Santana Alcaraz, ambos desaparecidos”.

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com
fuente: Revista Tendiendo Puentes

Un testimonio clave sobre la muerte de Graciela Fiochetti




Carlos Paez vive en Balde, trabajó 36 años en la Salina, durante 31 no le dió "calce" como él dice, al periodismo, pero fue el hombre que encontró el lugar donde estaban enterradas dos personas, presumiblemente Graciela Fiochetti y Sandro Santana Alcaraz. Era setiembre de 1976, cuando "aparecían muertos en todas las rutas" y "por porfiado", también con cierta ingenuidad, se puso a buscar la razón de la presencia de dos Torinos con nueve hombres que habían entrado a las cuatro de la mañana a las salinas y él vio salir en la madrugada, cuando ya habían hecho la tarea sucia. lLos vio salir por la calle que pasa por el frente de la Iglesia, "me dieron vuelta la cara, entonces pensé: Acá hay algo raro", recuerda. Tras buscar en el duro suelo del lugar, donde las pisadas casi no dejan huellas, encontró el trayecto que había seguido Graciela Fiochetti hasta el lugar que habían elegido sus captores para ultimarla y hacer desaparecer su cuerpo junto al de otro joven, presumiblemente Santana Alcaraz. "Al muchacho creo que lo trajeron muerto en el baul del auto", pero ella fue caminando con el grupo, dejando la marca inconfundible de los tacos de mujer.
El testimonio completo, sin correcciones de sintaxis, aunque con alguna aclaración del redactor colocada entre paréntesis, tal cual él lo recuerda y lo relata.
Yo era supervisor de la fábrica, entraba a las cinco de la mañana. Una mañana llegamos a fichar todos los trabajadores y me dice uno, 'che Carlos, no escuchaste dos autos que dentraron para allá a las cuatro de la mañana, están para allá dos autos'. No, le digo, y pasó. Nos vamos, voy a prender la sala de máquinas y vienen los chicos del secadero y dicen: 'ahi vienen, ahi vienen los autos'. Salgo corriendo... Ellos tenían que pasar entre la Iglesia y la fábrica... Veo que vienen como al friso... dos Torinos, uno rojo y otro blanco, sin patente. Vienen despaciiiito... Cuando yo salgo y me voy a dos metros del auto, dieron vuelta la cara todos y miraron para el lado de la Iglesia. Iban taaan despaciiito, sin meter ruido.
Yo cuando conté, eran nueve, en uno (de los autos) iban cinco, tres atrás, dos adelante y en el otro Torino Rojo iban cuatro, dos atrás y dos adelante. Me dan vuelta la cara todos, cuando me dan vuelta la cara, dentro a sospechar.
La policía queda a más de cien metros... Y se van, se van, se van y yo los quedo mirando. Cuando pasan la policía... Era una mañana silencia... roncaban esos Torinos, que daban gusto.
Eso me llama la atención a mi. Viene el camión que descarga la sal para el secadero y le digo "llevame hasta la comisaría". Voy a la comisaría y el policía estaba durmiendo. Ni enterado! Llego y le digo: mirá -era conocido el muchacho, ya murió, Baigorrín- dos autos han dentrado para allá a las cuatro de la mañana, según la gente y recién vienen y se van.
Levanta la radio y dice: 'se presenta acá el señor Carlos Paez, diciendo que en la zona hay dos autos sospechosos'. Me mandó al frente. Hablan de San Luis y dicen: 'Verifiquen la zona y den datos concretos'.
Bueno, me voy a trabajar. A eso de las ocho llega el administrador, va Baigorrin, el policía, a buscarme para que vamos a investigar a ver qué pasaba y me dice: 'Han venido a llevar sal'. No, le digo, acá hay dos cosas -en ese tiempo enterraban armas, muchos se disparaban de las armas- o han enterrado armas o han traido algunos fiambres.

Raro, dos autos a esa hora con esa forma en la salina. Bueno, empezamos a andar, nada. Veníamos de vuelta y nada. Me dice: 'acá no pasa
nada' y yo le digo, pará, pará, pará... Yo estaba encaprichado que tenía que encontrar algo, porque era algo sospechoso. Entraron los autos (a un sector que) no tenía salida ¿a qué iban a ir dos autos? Porque iban para la laguna, eso es lo más curioso. Me dice el policía: 'vamos' y yo le digo, no, pará, pará...
Andábamos en el auto mío. Le digo vamos a caminar para allá. Fuimos a caminar para el lado de las parvas y encuentro los rastros de los autos. Porque en la salina es duro (el terreno), es difícil encontrar rastros. Encuentro gomas nuevitas; le digo: Mirá, acá han estado parados los autos y atrás del auto se había bajado el grupo. Estaban todas las huellas. Y se bajan para el lado de la laguna.
Sigo rastreando, como decimos nosotros, a uno de zapatillas nuevitas que tenía "una patita también" (hace señas con la mano significando el gran tamaño), habría calzado del 44. Estaba bien marcada, porque es blandito entrando para la laguna. Más allá encuentro una punta de pala (en el suelo). El policía siguió el (rastro del) grupo y en el grupo iba una mujer que no volvió. Sigo, más allá una puntada de pala, más allá otras dos. Se ve que encontró duro (el terreno) el vago.
Me doy con una cortada y se me pierde el rastro. Se había tirado para la derecha y después de unos pastizales encuentro de nuevo el rastro. Veo que del otro lado venía el policía siguiendo el rastro del grupo. Entonces (razona) éste iba derecho a ellos y se junta en un desplayado adonde han estado tooodos ahí.
Miro así (señala) y le digo: Ahí está el entierro. En la salina, a un metro de profundidad que se cava, encuentra una capa madre vieja y yo lo descubrí por un cascote, no más grande que un celular, por ese cascote (que había quedado en la superficie) lo descubrí yo.
-Le digo mirá hay está.
-¿Y como sabés?' me pregunta.
-Mirá ese cascote que está ahi. Acá han cavado. Y habían hecho un trabajo... habían dejado tan parejito... Habían traido unas ramas secas y las habían clavado ahi.
Donde está el cascote ese, hay un metro de profundidad para abajo, pero no sabíamos que lo que era. Después me doy cuenta que enterraron un cadaver, porque la mujer no volvía. Pero no había ningún rastro de sangre, nada.
Me voy a trabajar y el policía va y avisa, seguro. A las nueve pa' que le cuento, la fábrica era... buscándome a mi, todos.
Era el servicio de inteligencia, que ahí quizá iba el (David "el japonés") Becerra, porque era jefe del servicio de inteligencia. Me dicen: 'Bueno, vamos a ver qué encontró'. Al policía (de las Salinas, Baigorrín) no lo llevaron, a mi solo me llevaron.
Bueno, mire, acá ha estado el auto parado, y yo lo llevé a ellos, a todo el grupo del servicio de Inteligencia donde iba el tipo con la pala. Les digo: Acá hay una puntada, ve. Más allá le digo: Acá hay dos. Y de ahí nos fuimos (al descampado) y me dicen ¿qué lo que hay? Me decían que buen rastreador que es usted (lo dice con ironía, como si lo hubiesen inculpado). Yo soy del campo...
Cuando yo les decía que la mujer viene y no va... soy del campo, conozco el rastro de cualquier animal, de personas... A mi me apuraban, pensando que yo era cómplice.
Me llevaron a la fábrica, me dejaron trabajando. No me dejaron ver cuando sacaron los cadáveres. Por los comentarios de la gente, supe que sacaron dos cuerpos, que habia un chico... Los habían quemado.
El chico (posiblemente Sandro Santana Alcaraz) no sabían que era de La Toma y se le encontró, decían, un boleto de larga distancia en el bolsillo y usaba una campera gamuzada que le había quedado una manga (sana) porque estaba quemada, porque los quemaron ahi. Y a la chica la mataron ahi, porque las huellas iban pero no volvían.
A él, para mi, en el auto, se ve que hacían fuerza para bajar algo. Para mí que lo han traido muerto en el baul del auto.
Y la chica iba, me decían a la fuerza, pero va caminando en el grupo bien. Entierra el taco, iba de tacos. Va caminando bien, para mi, que la llevan engañada y la matan ahí.
Cuando se juntan en un desplayado (el hombre de la pala con el grupo) ahí estaban los tacos de la chica, pero la entierran más allá. Se ve que ahí cavaron y la enterraron. Y la quemaron, según la gente que vio, la habían prendido fuego.
Nadie más se animó a hacer lo que yo hice, porque a mi se me había puesto en la cabeza que algo tenía que descubrir... ¿¡que andaban haciendo esos autos?! Fui el único, de treinta que estábamos ahi. Nadie fue a declarar, nadie vio nada, nadie nada. Yo pensaba, 'Carlos, vas a ser boleta en cualquier momento'.
A la tarde me llevaron a declarar. Me tomó una declaración Ricartin (puede ser Ricarte). Yo no conocía a nadie, pero escuché que lo llamaban así, me toma las declaraciones y a la noche me traen a San Luis a declarar ahi... para mi que era Investigaciones... a donde está Turismo ahora (el triángulo conformado por las calles Chacabuco, Junín y la avenida Illia. Duda que oficina funcionaba allí en la vieja usina si era Inteligencia o Investigaciones).
Yo me di cuenta quienes habían sido los autores, entonces, ahí fue donde les dije: Yo no quiero que digan que Carlos Paez encontró, porque no quiero ser boleta. Yo tengo familia, tengo hijos... ¿Sabe qué me dijeron? 'Vos así (se pasa figurativamente un cierre por la boca) que nada te va a pasar'. Me callé para toda la vida (para el periodismo), pero en las declaraciones está.
Yo empecé a trabajar y venía el periodismo a buscarme. Me decía ¿usted es Carlos Paez? Si. ¿Usted encontró los muertos de la salina? No. En aquella época nunca le di calce al periodismo. Me seguían por todos lados. Pero si hablaba me levantaban al otro día los milicos a mi...
Yo declaré 22 veces en la policía. A mi me llevaban dos por tres a declarar. En la última declaración conocí... Yo pensé que era la madre, pero era una hermana de la chica (Graciela Fiochetti).
La última vez que declaré, fue cuando ya estaba Alfonsín. Ya había entrado la democracia. Ahí supe que la chica era de La Toma.
Cuando me llevaban a declarar me decían: "El capitán Pla me dijo que era muy amigo suyo". Yo no lo conozco, le digo. "Cuando fueron a buscarlo a la fábrica, el capitán Pla y Becerra estuvieron hablando media hora con usted". No señor, yo no conozco a nadie, aunque admite la posibilidad de que estuvieran en el grupo que lo interrogó la primera vez.
Así, como lo estoy haciendo ahora, esta fue mi declaración toda mi vida. Creo que mi declaración fue muy valiosa, porque si yo no hubiera insistido, nadie hubiera sabido nada y el cuerpo nunca se hubiera encontrado.

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com
fuente: Periodistas en la red

El testimonio de Baigorrí en el expediente

"A fojas 48/50, presta declaración el agente Juan Beltrán Luis Baigorrí, encargado del destacamento existente en Salinas del Bebedero, relatando que entre los días 20 a 24 de setiembre, siendo aproximadamente la 1,30 hs. observó el paso de dos automóviles, uno rojo y el otro blanco marca Torino en dirección al pueblo. Saliendo estos vehículos hacia la ruta ala hora 5:30, encontrándose distribuidas diez personas en ambos rodados.

Que inmediatamente se presenta el camionero Laureano Arias, quien manifiesta haber visto luces de vehículos y movimiento de personas con linternas en la laguna, por lo que comunicó el hecho a sus superiores solicitando autorización para trasladarse al lugar y proceder al cierre de la ruta, y a su vez pide la detención de los vehículos dado que en esa fecha se encontraban frecuentemente armas y otros elementos abandonados.

Que trasladándose a la laguna con el jefe de Producción de la fábrica, Carlos Paez, observan marcas dejadas por rodados, deteniéndose uno de los vehículos detrás de la última parva de sal. En el lugar se ven rastros de borceguíes, dos de zapatos y un calzado al parecer de mujer, siguiendo esos rastros se constata la existencia de un rectángulo de tierra removida y en el centro de ese rectángulo,una rama de un árbol que no correspondía a los arbustos de la zona, lo que le llamó la atención.

Ante la presunción de que allí había algo oculto se retira del lugar para dar aviso a sus superiores.

Ya en el destacamento cursa al comisario Juan Carlos Pérez, Jefe de la Unidad Regional, el correspondiente radiograma. Siedno las 9,30 o 10 de la mañana se presenta un furgón con el segundo Jefe de la URI, Aldo Ibar Muñoz. Posteriormente se presenta el capitán Carlos Estaban Plá, quienes junto a Muñoz, al oficial Payero y al chofer se presentan al lugar que estaba custodiado por el agente Carrizo, luego de permanecer unos minutos se retiran, quedando en el lugar el comisario principal Muñoz.

Que el capitán Plá se retira del destacamento posiblemente a la Jefatura central.

Que posteriormente se hace presente el Mayor Franco en un automóvil Fiat 125, tres camiones del Ejército y un Jeep con dotaciones completas.

Al día siguiente fue citado al Departamento Informaciones donde se instruían las actuaciones según se le dio a conocer, referente a dos cadáveres, uno de sexo femenino y otro masculino,donde se le recibió declaración por parte del oficial Ricarte.

Allí ubicada sobre la pared había una especie de pizarra donde se encontraban adheridos dos fotografías, una perteneciente a un varón y una a una mujer, manifestando Ricarte que eran de los cadáveres hallados. Que también le dijo que no se explayara demasiado en sus apreciaciones en razón de que si lo hiciera sería citado por el Ejército en la provinci de Mendoza, por ser quien tomaba intervención en este hecho".

Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com

sábado, 18 de octubre de 2008

Laise no puede ni ir a misa en Italia

Obispo argentino Laise no participará en acto en Verona tras protestas


El obispo argentino emérito de San Luis, Juan Rodolfo Laise, no participará mañana en la misa en latín organizada en Verona (noreste de Italia), después de las protestas generadas por algunos sectores por la vinculación del prelado con la dictadura argentina (1976-1983)

Así lo anunció hoy Paola Bonatelli, portavoz de la asociación 'Ciudadanas y ciudadanos antifascistas veroneses', que había convocado una manifestación de protesta ante la iglesia de Santa Toscana durante con el acto religioso.

El obispo argentino había sido invitado a participar mañana en una ceremonia con el rito en latín en Verona, recientemente autorizada por el papa Benedicto XVI, lo que desató las duras críticas de algunos sectores de la ciudad, que recordaron su pasado.

Laise conocido defensor del llamado Rito Trentino, anterior al Concilio Vaticano II, según informan los medios de comunicación, vive actualmente en el convento de San Padre Pio en San Giovanni Rotondo (Apulia, sur de Italia) y es invitado a varias ceremonias en todo el mundo.

Al ex obispo de San Luis, ahora con cargo de emérito, se le ha acusado en los varios testimonios tras la dictadura, entre otras cosas, de pedir al responsable militar de la provincia 'que hiciera desaparecer a un sacerdote, porque había dejado los hábitos y se iba a casar con una mujer'.

Laise fue ordenado sacerdote para la Orden Franciscana de los Frailes Menores Capuchinos el 4 de setiembre de 1949; elegido obispo titular de Giomnio y coadjutor de San Luis el 5 de abril de 1971 y obispo de San Luis por sucesión desde el 6 de julio de 1971.

Renunció por motivos de edad en este cargo el 6 de junio de 2001 y se retiró a Italia.

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http://actualidad.terra.es/sociedad/articulo/obispo-laise-verona-2825801.htm

EL INCREIBLE CASO DE MONSEÑOR LAISE, OBISPO DE SAN LUIS, EN LA DICTADURA
El obispo que pidió desaparecer a un cura

En 1976, Laise le pidió al máximo responsable militar de la provincia que se secuestrara a un sacerdote que había dejado los hábitos. Como el coronel se negó, el obispo prohibió a los curas locales que le casaran a la hija. Una historia impune que se mezcla con los casos que se van a juzgar en la provincia.

Por Diego Martínez

El obispo emérito de San Luis monseñor Juan Rodolfo Laise le encargó en 1976 al máximo responsable militar de la provincia “que hiciera desaparecer a un sacerdote, porque había dejado los hábitos y se iba a casar con una mujer”. Lo declaró ante la Justicia el destinatario del recado, el coronel (R) Miguel Angel Fernández Gez, entonces jefe del Comando de Artillería 141 y del área militar 333. No fue el único que encendió el ventilador. El capitán (R) Carlos Esteban Plá, ex subjefe de policía de San Luis sindicado como autor material del asesinato de la estudiante Graciela Fiochetti, contó que en realidad la mataron cuatro miembros de la plana mayor del comando enfrentados con Fernández Gez. Dio sus nombres y admitió que se reunió con ellos en un bar porteño mientras estaba prófugo de la Justicia. Fernández Gez lo ratificó y agregó que los acusados fueron a apretarlo a su casa. La Justicia aún no ordenó sus detenciones. Ambos militares serán juzgados en 2008 junto con tres policías puntanos por crímenes cometidos durante la última dictadura.

El coronel Fernández Gez, de 81 años, goza de arresto domiciliario. No aceptó ser entrevistado pero a pedido de Página/12 recordó ante su abogado Carlos Daniel Mercado el diálogo con Laise:

–¿Pero qué me pide, padre? ¿Se volvió loco? –reaccionó ante el recado de “hacer desaparecer” al cura descarriado.

–Entonces no tenemos más nada que hablar –concluyó Laise.

“Me negué rotundamente porque no soy un genocida. Ni siquiera permití que me dijera el nombre del sacerdote”, declaró ante la Justicia.

Como represalia por la negativa, Laise prohibió a los curas de la diócesis casar a la hija del militar. La ceremonia se realizó en la iglesia de Santo Domingo, frente a la gobernación, pero con un cura que viajó especialmente desde Río Cuarto a pedido de la esposa del coronel.

Laise fue obispo de San Luis durante 30 años, hasta 2001. Si el juez federal Juan Esteban Maqueda decide citarlo debe dirigirse al santuario Nuestra Señora de las Gracias, en Viale Padre Pío 71013, San Gionvanni Rodondo, en Foggia, Italia. Pese a sus 81 años cumplidos, el obispo no se deja amedrentar por la tecnología: su correo electrónico es juanrodolfo@ya hoo.com.ar, aunque nunca respondió la consulta de este cronista.

Hablar o no hablar

Graciela Fiochetti fue secuestrada junto con Víctor Fernández en la madrugada del 21 de septiembre de 1976. Después de las torturas, Fernández fue liberado. Cuando la familia Fiochetti se presentó ante el capitán Plá e invocó saber que la joven estaba en su poder, el entonces subjefe de policía de San Luis ordenó volver a detener al Gringo Fernández. Lo torturaron durante 28 días.

Diez años después, el ex chofer del servicio de inteligencia de la policía Jorge Velázquez declaró que Fiochetti fue torturada y violada. Le hicieron firmar un acta de liberación, pero al día siguiente Velázquez volvió a verla en un centro clandestino. Dos noches después la llevaron junto con otro secuestrado a un descampado en Salinas del Bebedero. Plá los obligó a arrodillarse. “¿Van a hablar o no van a hablar?”, gritó. Ante el silencio, disparó a la nuca de Graciela. “No miré más”, confesó Velázquez.

Plá fue detenido en San Isidro el 26 de septiembre, después de dos años prófugo. Cercado por las pruebas y aunque nadie le apuntaba a la nuca, no dudó en hablar. Dijo que el asesinato fue ordenado por el teniente coronel Juan Carlos Moreno, jefe del Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea (GADA) 141, y ejecutado por el teniente primero de inteligencia Horacio Angel Dana. Agregó que cuando la Justicia lo citó en 1985, el propio Dana, durante un acto militar, lamentó “el garrón que se está comiendo” y le confesó que matar a Fiochetti había sido una decisión de la plana mayor del GADA para comprometer a Fernández Gez, con quien estaban enfrentados. Incluyó entre los asesinos a los entonces tenientes coroneles Guillermo Daract, subcomandante y subjefe de área, Jerácimo Dante Quiroga, jefe de operaciones, y Raúl Benjamín López, jefe de inteligencia.

Mientras duró la impunidad, el capitán Plá olvidó el caso Fiochetti. Cuando la causa se reabrió –siempre según su relato– fue a visitar a Moreno, presidente de la Mutual de Socorros Mutuos de las Fuerzas Armadas. Días después, ya prófugo, se reunieron en un bar de Barrio Norte con Daract y Quiroga. Volvieron a verse en el estudio del abogado Mercado.

–Ustedes saben que no tengo nada que ver, busquen la forma de desvincularme –dice Plá que les solicitó.

–Chico (sic), quédate tranquilo, vamos a enfrentar las responsabilidades –asegura que respondió Moreno.

El diálogo fue en 2006. Plá aún espera, ahora entre rejas.

La visita

Fernández Gez declaró en San Luis el 3 de octubre de 2006. No bien volvió a su prisión domiciliaria en la calle Agüero recibió una visita atípica: los coroneles Moreno, Daract y Quiroga. Recién un año después, cuando Plá cayó en desgracia –ambos imputados son patrocinados por Mercado–, el coronel aportó a la causa un acta de lo conversado aquella tarde, incluidos detalles del fusilamiento.

A Salinas del Bebedero fueron sus tres visitantes más el teniente primero Horacio Dana y “otros oficiales del GADA”. Fue de madrugada, en vehículos no identificables. Cavaron fosas para enterrar a Fiochetti y a un varón, que sería Sandro Santana Alcaraz. “Moreno dirigió el fusilamiento, en el que todos dispararon sus armas. Daract y Quiroga erraron sus disparos, pero Moreno rozó el rostro de Fiochetti y fue Dana quien le dio el tiro de gracia”, escribió.

Según Fernández Gez la visita no terminó bien. “Me exigieron que asumiera mi responsabilidad por haber sido el comandante”, dijo. Les respondió que fueron hechos ilícitos que él no conocía, de los que no participó, que no autorizó ni consintió. Poco después Daract volvió a insistirle, pero el coronel se mantuvo firme.

La semana pasada el juez federal Juan Esteban Maqueda clausuró la etapa de instrucción y elevó la causa a juicio oral y público. Además de Plá y Fernández Gez serán juzgados los ex comisarios Víctor David Becerra, Juan Carlos Pérez y Luis Alberto Orozco, jefe, subjefe y encargado respectivamente de la división investigaciones de la policía provincial. Excepto Fernández Gez, los otros están presos en la cárcel de San Luis. Deberán rendir cuentas por cuatro secuestros y torturas, las desapariciones forzadas de Pedro Valentín Ledesma, Sandro Santana Alcaraz, y el homicidio de Fiochetti. Moreno, Daract, Quiroga, López y Dana aún no fueron citados a declarar. Tampoco monseñor Laise.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-96592-2007-12-23.html

(N de la R al 18-10-08)Juan Rodolfo Laise ha sido citado a declarar, pero no harán lugar al pedido de la querella de que lo haga de forma oral, sino que se le concederá el beneficio de hacerlo por escrito.