Apenas habían pasado unos minutos de la 9 de la mañana cuando las puertas de la sala se abrieron para comenzar con un juicio que lleva 32 años de espera. En el banquillo estaban los acusados de asesinar a Graciela Fiochetti y desaparecer a Pedro Ledesma y Santana Alcaraz. Los familiares pudieron ver de nuevo a los ojos a los responsables de las más terribles vejaciones que sufrieron los jóvenes secuestrados en setiembre de 1976.
El juez Raúl Rodríguez, presidente del Tribunal Oral Federal, fue el encargado de abrir el juicio que se estima se prolongará hasta el mes de diciembre.
Al Dr. Rodríguez lo acompañan en su tarea dos camaristas mendocinos,
Roberto Burad
y Roberto Nacif
En el banquillo de los acusados de crímenes de lesa humanidad estaban Carlos Esteban Plá, señalado como la persona que disparó en la nuca, ultimando a la joven de La Toma. Cuando leían la declaración que hizo otro ex represor, Jorge Hugo Velazquez, que lo inculpó directamente, en su rostro se dibujó una sonrisa macabra.
"El Chueco" Plá
Víctor David "El Japonés" Becerra, jefe de Investigaciones en los años de plomo, fue descripto por los testimonios leídos como uno de los torturadores que mas saña y empeño ponían a su tarea.
Víctor David Becerra, alias el Japonés o el Chino
Luis Alberto Orozco, un joven cabo en los años de la dictadura, también participaba en las sesiones de tortura que se llevaban adelante.
Luis Alberto Orozco
En un extremo de la sala, engañando con su apariencia bonachona, otro de los acusados: el comisario Juan Carlos Pérez, para quien como "la chica es dura, le va a pasar lo que le tiene que pasar", según el testimonio de un compañero de armas realizado durante la primera etapa de la investigación. La chica era Fiochetti y lo que le tiene que pasar, era lo que finalmente sucedió, "le hicieron la boleta", según el testimonio escuchado.
El ex comisario Juan Carlos Pérez
Los testimonios leídos también dejaron inmersos en la culpa a Miguel Ángel Fernández Gez, quien esperó el juicio con detención domiciliaria debido a sus 83 años. Fue a quien más se le notó el peso de las horas y hubo momentos en que familiares suyos prestaron especial atención a los movimientos. Sacaba el pañuelo, se limpiaba los ojos y la cara. Junto a Pla, eran los que seguían con mayor atención la requisitoria fiscal.
Miguel Ángel Fernández Gez
Uno de los momentos más difíciles para los familiares y amigos de las víctimas, fue cuando la secretaria dio lectura a una declaración de Víctor Fernández, en donde contaba la manera en que había sido torturado. Nora Cortiñas, integrante de la línea fundadora de Madres de Plaza de Mayo, tapó su rostro como protegiéndose del horror. En cada relato de la tortura se aparece la imagen de su hijo Gustavo, desaparecido en 1977. "Cuanto ensañamiento", le dijo a Periodistas en la red.
Nora Cortiñas
Luego hubo un cuarto intermedio, que no solo sirvió para aliviar el stress producido por las imágenes del horror, sino también para el encuentro entre las madres y abuelas con otra madre y abuela que sufre aquí en San Luis el no encontrar a su hijo. Dominga, la madre de Pedro Ledesma, se abrazó con las otras luchadoras.
lunes, 20 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario