lunes, 20 de octubre de 2008
Un testimonio clave sobre la muerte de Graciela Fiochetti
Carlos Paez vive en Balde, trabajó 36 años en la Salina, durante 31 no le dió "calce" como él dice, al periodismo, pero fue el hombre que encontró el lugar donde estaban enterradas dos personas, presumiblemente Graciela Fiochetti y Sandro Santana Alcaraz. Era setiembre de 1976, cuando "aparecían muertos en todas las rutas" y "por porfiado", también con cierta ingenuidad, se puso a buscar la razón de la presencia de dos Torinos con nueve hombres que habían entrado a las cuatro de la mañana a las salinas y él vio salir en la madrugada, cuando ya habían hecho la tarea sucia. lLos vio salir por la calle que pasa por el frente de la Iglesia, "me dieron vuelta la cara, entonces pensé: Acá hay algo raro", recuerda. Tras buscar en el duro suelo del lugar, donde las pisadas casi no dejan huellas, encontró el trayecto que había seguido Graciela Fiochetti hasta el lugar que habían elegido sus captores para ultimarla y hacer desaparecer su cuerpo junto al de otro joven, presumiblemente Santana Alcaraz. "Al muchacho creo que lo trajeron muerto en el baul del auto", pero ella fue caminando con el grupo, dejando la marca inconfundible de los tacos de mujer.
El testimonio completo, sin correcciones de sintaxis, aunque con alguna aclaración del redactor colocada entre paréntesis, tal cual él lo recuerda y lo relata.
Yo era supervisor de la fábrica, entraba a las cinco de la mañana. Una mañana llegamos a fichar todos los trabajadores y me dice uno, 'che Carlos, no escuchaste dos autos que dentraron para allá a las cuatro de la mañana, están para allá dos autos'. No, le digo, y pasó. Nos vamos, voy a prender la sala de máquinas y vienen los chicos del secadero y dicen: 'ahi vienen, ahi vienen los autos'. Salgo corriendo... Ellos tenían que pasar entre la Iglesia y la fábrica... Veo que vienen como al friso... dos Torinos, uno rojo y otro blanco, sin patente. Vienen despaciiiito... Cuando yo salgo y me voy a dos metros del auto, dieron vuelta la cara todos y miraron para el lado de la Iglesia. Iban taaan despaciiito, sin meter ruido.
Yo cuando conté, eran nueve, en uno (de los autos) iban cinco, tres atrás, dos adelante y en el otro Torino Rojo iban cuatro, dos atrás y dos adelante. Me dan vuelta la cara todos, cuando me dan vuelta la cara, dentro a sospechar.
La policía queda a más de cien metros... Y se van, se van, se van y yo los quedo mirando. Cuando pasan la policía... Era una mañana silencia... roncaban esos Torinos, que daban gusto.
Eso me llama la atención a mi. Viene el camión que descarga la sal para el secadero y le digo "llevame hasta la comisaría". Voy a la comisaría y el policía estaba durmiendo. Ni enterado! Llego y le digo: mirá -era conocido el muchacho, ya murió, Baigorrín- dos autos han dentrado para allá a las cuatro de la mañana, según la gente y recién vienen y se van.
Levanta la radio y dice: 'se presenta acá el señor Carlos Paez, diciendo que en la zona hay dos autos sospechosos'. Me mandó al frente. Hablan de San Luis y dicen: 'Verifiquen la zona y den datos concretos'.
Bueno, me voy a trabajar. A eso de las ocho llega el administrador, va Baigorrin, el policía, a buscarme para que vamos a investigar a ver qué pasaba y me dice: 'Han venido a llevar sal'. No, le digo, acá hay dos cosas -en ese tiempo enterraban armas, muchos se disparaban de las armas- o han enterrado armas o han traido algunos fiambres.
Raro, dos autos a esa hora con esa forma en la salina. Bueno, empezamos a andar, nada. Veníamos de vuelta y nada. Me dice: 'acá no pasa
nada' y yo le digo, pará, pará, pará... Yo estaba encaprichado que tenía que encontrar algo, porque era algo sospechoso. Entraron los autos (a un sector que) no tenía salida ¿a qué iban a ir dos autos? Porque iban para la laguna, eso es lo más curioso. Me dice el policía: 'vamos' y yo le digo, no, pará, pará...
Andábamos en el auto mío. Le digo vamos a caminar para allá. Fuimos a caminar para el lado de las parvas y encuentro los rastros de los autos. Porque en la salina es duro (el terreno), es difícil encontrar rastros. Encuentro gomas nuevitas; le digo: Mirá, acá han estado parados los autos y atrás del auto se había bajado el grupo. Estaban todas las huellas. Y se bajan para el lado de la laguna.
Sigo rastreando, como decimos nosotros, a uno de zapatillas nuevitas que tenía "una patita también" (hace señas con la mano significando el gran tamaño), habría calzado del 44. Estaba bien marcada, porque es blandito entrando para la laguna. Más allá encuentro una punta de pala (en el suelo). El policía siguió el (rastro del) grupo y en el grupo iba una mujer que no volvió. Sigo, más allá una puntada de pala, más allá otras dos. Se ve que encontró duro (el terreno) el vago.
Me doy con una cortada y se me pierde el rastro. Se había tirado para la derecha y después de unos pastizales encuentro de nuevo el rastro. Veo que del otro lado venía el policía siguiendo el rastro del grupo. Entonces (razona) éste iba derecho a ellos y se junta en un desplayado adonde han estado tooodos ahí.
Miro así (señala) y le digo: Ahí está el entierro. En la salina, a un metro de profundidad que se cava, encuentra una capa madre vieja y yo lo descubrí por un cascote, no más grande que un celular, por ese cascote (que había quedado en la superficie) lo descubrí yo.
-Le digo mirá hay está.
-¿Y como sabés?' me pregunta.
-Mirá ese cascote que está ahi. Acá han cavado. Y habían hecho un trabajo... habían dejado tan parejito... Habían traido unas ramas secas y las habían clavado ahi.
Donde está el cascote ese, hay un metro de profundidad para abajo, pero no sabíamos que lo que era. Después me doy cuenta que enterraron un cadaver, porque la mujer no volvía. Pero no había ningún rastro de sangre, nada.
Me voy a trabajar y el policía va y avisa, seguro. A las nueve pa' que le cuento, la fábrica era... buscándome a mi, todos.
Era el servicio de inteligencia, que ahí quizá iba el (David "el japonés") Becerra, porque era jefe del servicio de inteligencia. Me dicen: 'Bueno, vamos a ver qué encontró'. Al policía (de las Salinas, Baigorrín) no lo llevaron, a mi solo me llevaron.
Bueno, mire, acá ha estado el auto parado, y yo lo llevé a ellos, a todo el grupo del servicio de Inteligencia donde iba el tipo con la pala. Les digo: Acá hay una puntada, ve. Más allá le digo: Acá hay dos. Y de ahí nos fuimos (al descampado) y me dicen ¿qué lo que hay? Me decían que buen rastreador que es usted (lo dice con ironía, como si lo hubiesen inculpado). Yo soy del campo...
Cuando yo les decía que la mujer viene y no va... soy del campo, conozco el rastro de cualquier animal, de personas... A mi me apuraban, pensando que yo era cómplice.
Me llevaron a la fábrica, me dejaron trabajando. No me dejaron ver cuando sacaron los cadáveres. Por los comentarios de la gente, supe que sacaron dos cuerpos, que habia un chico... Los habían quemado.
El chico (posiblemente Sandro Santana Alcaraz) no sabían que era de La Toma y se le encontró, decían, un boleto de larga distancia en el bolsillo y usaba una campera gamuzada que le había quedado una manga (sana) porque estaba quemada, porque los quemaron ahi. Y a la chica la mataron ahi, porque las huellas iban pero no volvían.
A él, para mi, en el auto, se ve que hacían fuerza para bajar algo. Para mí que lo han traido muerto en el baul del auto.
Y la chica iba, me decían a la fuerza, pero va caminando en el grupo bien. Entierra el taco, iba de tacos. Va caminando bien, para mi, que la llevan engañada y la matan ahí.
Cuando se juntan en un desplayado (el hombre de la pala con el grupo) ahí estaban los tacos de la chica, pero la entierran más allá. Se ve que ahí cavaron y la enterraron. Y la quemaron, según la gente que vio, la habían prendido fuego.
Nadie más se animó a hacer lo que yo hice, porque a mi se me había puesto en la cabeza que algo tenía que descubrir... ¿¡que andaban haciendo esos autos?! Fui el único, de treinta que estábamos ahi. Nadie fue a declarar, nadie vio nada, nadie nada. Yo pensaba, 'Carlos, vas a ser boleta en cualquier momento'.
A la tarde me llevaron a declarar. Me tomó una declaración Ricartin (puede ser Ricarte). Yo no conocía a nadie, pero escuché que lo llamaban así, me toma las declaraciones y a la noche me traen a San Luis a declarar ahi... para mi que era Investigaciones... a donde está Turismo ahora (el triángulo conformado por las calles Chacabuco, Junín y la avenida Illia. Duda que oficina funcionaba allí en la vieja usina si era Inteligencia o Investigaciones).
Yo me di cuenta quienes habían sido los autores, entonces, ahí fue donde les dije: Yo no quiero que digan que Carlos Paez encontró, porque no quiero ser boleta. Yo tengo familia, tengo hijos... ¿Sabe qué me dijeron? 'Vos así (se pasa figurativamente un cierre por la boca) que nada te va a pasar'. Me callé para toda la vida (para el periodismo), pero en las declaraciones está.
Yo empecé a trabajar y venía el periodismo a buscarme. Me decía ¿usted es Carlos Paez? Si. ¿Usted encontró los muertos de la salina? No. En aquella época nunca le di calce al periodismo. Me seguían por todos lados. Pero si hablaba me levantaban al otro día los milicos a mi...
Yo declaré 22 veces en la policía. A mi me llevaban dos por tres a declarar. En la última declaración conocí... Yo pensé que era la madre, pero era una hermana de la chica (Graciela Fiochetti).
La última vez que declaré, fue cuando ya estaba Alfonsín. Ya había entrado la democracia. Ahí supe que la chica era de La Toma.
Cuando me llevaban a declarar me decían: "El capitán Pla me dijo que era muy amigo suyo". Yo no lo conozco, le digo. "Cuando fueron a buscarlo a la fábrica, el capitán Pla y Becerra estuvieron hablando media hora con usted". No señor, yo no conozco a nadie, aunque admite la posibilidad de que estuvieran en el grupo que lo interrogó la primera vez.
Así, como lo estoy haciendo ahora, esta fue mi declaración toda mi vida. Creo que mi declaración fue muy valiosa, porque si yo no hubiera insistido, nadie hubiera sabido nada y el cuerpo nunca se hubiera encontrado.
Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com
fuente: Periodistas en la red
El testimonio de Baigorrí en el expediente
"A fojas 48/50, presta declaración el agente Juan Beltrán Luis Baigorrí, encargado del destacamento existente en Salinas del Bebedero, relatando que entre los días 20 a 24 de setiembre, siendo aproximadamente la 1,30 hs. observó el paso de dos automóviles, uno rojo y el otro blanco marca Torino en dirección al pueblo. Saliendo estos vehículos hacia la ruta ala hora 5:30, encontrándose distribuidas diez personas en ambos rodados.
Que inmediatamente se presenta el camionero Laureano Arias, quien manifiesta haber visto luces de vehículos y movimiento de personas con linternas en la laguna, por lo que comunicó el hecho a sus superiores solicitando autorización para trasladarse al lugar y proceder al cierre de la ruta, y a su vez pide la detención de los vehículos dado que en esa fecha se encontraban frecuentemente armas y otros elementos abandonados.
Que trasladándose a la laguna con el jefe de Producción de la fábrica, Carlos Paez, observan marcas dejadas por rodados, deteniéndose uno de los vehículos detrás de la última parva de sal. En el lugar se ven rastros de borceguíes, dos de zapatos y un calzado al parecer de mujer, siguiendo esos rastros se constata la existencia de un rectángulo de tierra removida y en el centro de ese rectángulo,una rama de un árbol que no correspondía a los arbustos de la zona, lo que le llamó la atención.
Ante la presunción de que allí había algo oculto se retira del lugar para dar aviso a sus superiores.
Ya en el destacamento cursa al comisario Juan Carlos Pérez, Jefe de la Unidad Regional, el correspondiente radiograma. Siedno las 9,30 o 10 de la mañana se presenta un furgón con el segundo Jefe de la URI, Aldo Ibar Muñoz. Posteriormente se presenta el capitán Carlos Estaban Plá, quienes junto a Muñoz, al oficial Payero y al chofer se presentan al lugar que estaba custodiado por el agente Carrizo, luego de permanecer unos minutos se retiran, quedando en el lugar el comisario principal Muñoz.
Que el capitán Plá se retira del destacamento posiblemente a la Jefatura central.
Que posteriormente se hace presente el Mayor Franco en un automóvil Fiat 125, tres camiones del Ejército y un Jeep con dotaciones completas.
Al día siguiente fue citado al Departamento Informaciones donde se instruían las actuaciones según se le dio a conocer, referente a dos cadáveres, uno de sexo femenino y otro masculino,donde se le recibió declaración por parte del oficial Ricarte.
Allí ubicada sobre la pared había una especie de pizarra donde se encontraban adheridos dos fotografías, una perteneciente a un varón y una a una mujer, manifestando Ricarte que eran de los cadáveres hallados. Que también le dijo que no se explayara demasiado en sus apreciaciones en razón de que si lo hiciera sería citado por el Ejército en la provinci de Mendoza, por ser quien tomaba intervención en este hecho".
Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com
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