miércoles, 21 de enero de 2009

No quedan dudas: El Ejército mató a Fiochetti y desapareció a otros militantes


La imagen de Juan Carlos Moreno, jefe del GADA entre 1976 y 1977 se encuentra en a un costado del ingreso a la que fue su oficina.

Aunque para todo el mundo estaba claro que la muerte de Graciela Fiochetti fue realizada por manos militares, el careo que se llevó a cabo entre los dos máximos jefes militares de la época -el Comando de Artillería y el Grupo de Artillería- mostró a las claras que fueron ellos lo que lo hicieron.

El último tramo de la declaración testimonial de Juan Carlos Moreno, ex Jefe del GADA 141 durante el terrorismo de Estado, sirvió para realizar un careo con quien detentaba el máximo grado militar en San Luis en aquella época, a cargo de la jefatura del Comado de Artillería 141, Miguel Ángel Fernández Gez, hoy imputado en la causa.

A esa altura, Moreno había reconocido que hubo un plan sitemático, que se utilizó la estrategia francesa en el combate contra la subversión, que consta de una serie de pasos como detención, tortura, destrucción psicológica del enemigo y admitió que hubo "consecuencias no queridas" como lo que ocurrió en las Salinas del Bebedero. Dijo también que supo que en San Luis se realizaron esas prácticas y que hubo desaparecidos. Claro está, no reconoció que él lo hubiera ordenado ni que hubiesen pasado durante su período al frente del Grupo de Artillería. Mediante una serie de subterfugios, palabras enredas y una retorica vacía pretendió esconder su culpa,

Después, el careo con Gez fue un espectáculo por momentos lamentable, el coronel más antiguo acusando a su subordinado y Moreno balbuceando palabras y frases inentendibles, donde lo único que repetia era que la responsabilidad -por acción u omisión- era del que ostentaba la máxima jerarquía.

Sin medias palabras, Fernández Gez lo acusó de haber participado directamente o a través del Grupo que comandaba, de los asesinatos de las Salinas del Bebedero y de haber hecho una serie de maniobras de encubrimiento para que no se descubriera.

Hubiese sido más honesto y honorable que Moreno lo reconociera y finalmente dijera a los familiares de los que hoy se encuentran desaparecidos, donde enterraron los cuerpos de aquellos que mataron sin piedad.

Laise no quiere declarar: "El viejo se les va a cagar de risa"

Con esas palabras, enojado, uno de los abogados de la defensa de los imputados se dirigía a sus colegas, refiriéndose a Juan Rodolfo Laise, el remiso ex obispo de San Luis que utilizaria todos sus contactos para eludir declarar ante la justicia como testigo en la causa donde se investigan crimenes de lesa humanidad en la capital puntana.

Luego remarcó, en un diálogo oído por todos los que salían de la audiencia: "lo único que se va a conseguir es dilatar el juicio".

Poco antes, el presidente del Tribunal, Raúl Rodríguez, había informado a las partes que la tan perseguida teleconferencia con el religioso acusado por Fernández Gez de haberle pedido que hiciera desaparecer a un cura, era viable aqui en San Luis, gracias a los buenos oficios de "dos profesores de la Universidad de La Punta", pero que la Cancillería les había informado a los jueces que "Laise no tiene intención de declarar", para que verificaran ese extremo antes de realizar ningún gasto en la instalación de tecnología en el lugar de residencia del prelado.

Según lo expresado por Rodríguez, que transmitió lo que de manera extraoficial habían pronunciado en la Cancillería, "Laise no quiere brindar su testimonio y tampoco lo hará por escrito", lo que los ponía en una encrucijada, porque el religioso defensor del rito Trentino, habría movido sus hilos para no responder a la justicia terrestre, esperando quizá que la divina le sea más benévola.

Pasando en limpio, más allá de enojos y presunciones, puede decirse que Juan Rodolfo Laise, obispo emérito de San Luis, será notificado formalmente para que preste declaración testimonial y este trámite podría extender algunos días el juicio, ya que de acuerdo a lo que también manifestó la Cancillería a los jueces del Tribunal Oral Federal de San Luis, el trámite internacional lleva unos quince días.

Orellano no complicó a Laise

El último testimonio que se escuchó ayer en las primeras horas de la tarde, fue el de Gladys Orellano, también detenida en abril de 1976. Juan Vergés había dicho en su testimono de la última semana de diciembre, que ella había sido torturada luego de una confesión que hiciera con el Obispo.

Ayer Orellano, que dijo haber sido torturada en una sesión a la que la llevaron encapuchada, no comprometió al religioso, ya que sostuvo que nunca había hablado con él y que con el único cura que había tenido contacto era con Coscarelli, a quien le pedían que intecediera para que se le concedieran visitas a sus familiares, con resultado negativo, pero que tampoco se había confesado ante el entonces capellán del Ejercito.

Otro desobediente

Ayer Víctor David Becerra, apodado "El Japonés", no estuvo en la audiencia. Un informe médico autorizaba su comparencia en la sala de audiencias.

Su defensor, Hernán Vidal, confirmó ante el Tribunal lo que había anticipado este medio, que está esperando turno para una cirugía en una de sus piernas. "Espero que no sea una amputación, sino un by pass", dijo. "Lo de la amputación figura en el informe", le respondió el presidente del Tribunal.

La fiscal Olga Allende, solicitó al Tribunal que se tomaran los recaudos necesarios para que Becerra esté en la sala.

"Si lo quieren traer, allá ustedes, pero háganse responsables" de lo que pase, refutó enojado Vidal.


Informe: Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com

No hay comentarios: